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MEJORAS AL MODELO DE SOSTENIBILIDAD VIGENTE
Por: LEONARDO BOFF*
Para ser sostenible, el desarrollo ha de ser económicamente viable,
socialmente justo y ambientalmente correcto. Ya hemos sometido a crítica este
modelo estándar. Pero debemos ser justos. Ha habido analistas y pensadores que
se han dado cuenta de las insuficiencias de este trípode y le han añadido otros
pilares complementarios. Veamos algunos. Gestión de la mente sostenible. Para
que exista un desarrollo sostenible es importante construir previamente un nuevo
esquema mental, llamado por su formulador, el profesor Evandro Vieira Ouriques
de la Escuela de Comunicación de la Universidad Federal de Río de Janeiro,
gestión de la mente sostenible. Intenta rescatar el valor de la razón sensible,
por la cual el ser humano se siente parte de la naturaleza, se impone un
autocontrol para superar el productivismo y el consumismo, y busca un desarrollo
integral y no solo económico, que contiene dimensiones de lo humano. Es un
avance innegable. Sería mejor si entendiese la Tierra-Humanidad-Desarrollo como
un único y gran sistema interconectado, fundando un nuevo paradigma.
Generosidad: Rogério Ruschel, editor de la revista electrónica “Business del
Bien”, añadió otro pilar: la categoría ética de la generosidad. Ésta se funda en
un dato antropológico básico: el ser humano no es solo egoista y busca su bien
particular, es mucho más un ser social que coloca los bienes comunes por encima
de los bienes paticulares o los intereses de los otros al mismo nivel que los
suyos propios. Generoso es quien comparte, quien distribuye los conocimientos y
experiencias sin esperar nada a cambio. Una sociedad es humana cuando más allá
de la justicia necesaria incorpora la generosidad y el espíritu de cooperación
de sus ciudadanos. Para Ruschel la generosidad se opone frontalmente al lema
básico del capital especulativo greed is good, es decir, la ganancia es buena.
No es buena sino perversa, porque casi ha hundido todo el sistema económico
mundial. En la generosidad hay algo de verdadero porque es específicamente
humana. En la afortunada metáfora del periodista Marcondes de la ONG
“Envolverde” hay que distinguir la generosidad de la simple filantropía, de la
responsabilidad social y de la sostenibilidad. La primera, da el pez a quien
tiene hambre; la responsabilidad social enseña a pescar; la sostenibilidad cuida
el río que permite pescar y, con el pez, matar el hambre. Sin embargo, nos
parece que la generosidad sola es insuficiente. Reclama otras soluciones como la
superación de la desigualdad, la forma de consumo y la atención a la comunidad
de vida, que necesita también ser alimentada y conservada. La cultura: En 2001
el australiano John Hawkes lanzó «el cuarto pilar de la sostenibilidad: la
función esencial de la cultura en la planificación pública». En Brasil ha sido
mérito de Ana Carla Fonseca Reis, fundadora de la empresa “Búsqueda de
Soluciones” y autora del libro Economía de la Cultura y Desarrollo sostenible,
haberla asumido, difundiéndola a través de muchos cursos y conferencias. Este
aspecto de la cultura es fundamental, porque encierra principios y valores
ausentes en el concepto estándar de sostenibilidad. Favorece el cultivo de las
dimensiones típicamente humanas como la cohesión social, el arte, la religión,
la creatividad y las ciencias. Deja atrás la obsesión por el lucro y armoniza
mejor con la lógica de la naturaleza. Sucede que esta dimensión de la cultura ha
sido secuestrada por los intereses comerciales. Solo será realmente eficaz
cuando, liberada, funde una relación creativa con la naturaleza. La
neuroplasticidad del cerebro: Los científicos se dan cuenta de que la estructura
neuronal del cerebro es extremadamente plástica. A través de comportamientos
críticos al sistema consumista, se pueden generar hábitos de moderación y
respetuosos con los ciclos de la naturaleza. El cerebro coevoluciona según la
evolución exterior, dándose así una relación de interdependencia. Y finalmente,
el cuidado esencial: yo mismo he desarrollado la categoría del cuidado como
esencial para la sostenibilidad. Entiendo el cuidado, expuesto en dos textos –El
cuidado esencial: ética de lo humano-compasión por la Tierra (1999) y El cuidado
necesario (2012) –, como una constante cosmológica y biológica. Los detalles
pueden leerse en los libros mencionados. En esta fase de búsqueda de formas más
adecuadas que garanticen la sostenibilidad de la Tierra y el futuro de nuestra
especie, toda contribución es bienvenida y aporta siempre alguna luz.
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